Valoración
En 2016, la naturaleza bendijo a la Sierra de Gredos con un año perfecto, si es que tal cosa existe en viticultura.
El otoño trajo abundantes lluvias seguidas por un invierno atípicamente primaveral, de intensa luminosidad y cielos soleados. La nieve llegó tarde a su cita hibernal, hacia finales de febrero, pero el frío ya no quiso marcharse en los meses siguientes.
En primavera se agolparon las cuantiosas lluvias junto a días de un leve sol que daban paso a semanas de intensa niebla y lloviznas silenciosas. Las tormentas de verano trajeron, como de costumbre, una intensa granizada que dejó su huella en algunas cepas. Por suerte, se perdió sólo un 10% de la cosecha y el resto del estío fue benévolo, certificando la gran cosecha que venía.
2016 fue el premio a casi una década de duro trabajo de recuperación en la Sierra de Gredos. Las cepas otrora endebles por el uso de herbicidas irradian en la actualidad vida y luz. Los vinos del 2016 son profundos, leves y complejos, de una finura nunca antes alcanzada, probablemente los mejores de Daniel Landi Viticultor.
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